La rama patria. Julio Concepción

Los primeros primates desarrollamos la bipedestación gracias a que teníamos una rama a mano que hizo el milagro de ponernos erguidos.

Lo segundo fue bajarnos del árbol y echarnos a andar. ¿Pá qué fue eso? Los simios siempre hemos tenido querencia por los palos. Un palo a mano es muy útil para alcanzar la comida, rascarse la espalda o atizar a otros, sobre todo si compite por nuestros recursos.

La rama se ha perfeccionado a lo largo de nuestra historia: Maza, Garrote, Estacón, propio de la morralla social, que ha dado por refinamiento a las clases pudientes toda clase de objetos preciosos. Uno es lo que agarra. Ya lo hemos visto en el lujoso barrio de Salamanca en Madrid, la bipedestación se dio cita en la calle para exigir libertad con todas las ramas posibles. Cubertería de plata, palos de golf y banderas de España, que éstas también llevan un palo patrio.

Todavía resuena a mis oídos cuando doña Ángela Alayón de 94 años del sur de Tenerife, traía a la memoria las revueltas obreras de principio de siglo pasado, cuando la turba con estacones bajaban desde Arona hacia las plantaciones de tomate a Guaza para que nadie continuara trabajando y así poder reivindicar las jornadas de ocho horas. Los pobres siempre hemos tenido poca sofisticación. Las ramas de ayer siguen siendo los palos de hoy, quizás con alguna lijada o mano de pintura, pero se nota el remedo. Ya lo representó Goya con la España a garrotazos, mostrando que cuando queremos somos capaces de dar lo mejor de nosotros mismos. Hoy seguimos en la bipedestación y recibiendo los palos que no quisimos agarrar. Los ricos atizándonos porque no tienen la necesaria libertad para seguir explotándonos, y nosotros zurrándoles porque no queremos su libertad para ser explotados.

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.