Sí se puede apoya las convocatorias del movimiento feminista canario para este 8 de marzo, que consisten en la celebración de distintas acciones de calle en distintos espacios públicos cada isla, siempre guiadas por el cumplimiento de las medidas de seguridad frente a la COVID-19.
En este sentido, Sí se puede destaca que “este podría considerarse uno de los 8 de marzo más solidarios e inclusivos, porque, junto a la lucha por la igualdad de derechos para quienes somos más de la mitad de la población mundial, estamos convocadas por el movimiento feminista con una inequívoca orientación de cuidarnos individual y colectivamente frente a los riesgos que causa la pandemia al tiempo que, a través de la organización de las acciones con el lema “feminismos canarios sin fronteras”, el movimiento se manifiesta como una opción de compromiso por la transformación social que se propone acabar con todas las fronteras y acoger toda la diversidad”, asegura Loly Corrales, portavoz del Área de Feminismos y LGTBI de Sí se puede.
La organización considera fundamental mantener la visibilización y la reivindicación feminista este 8 de marzo con motivo del Día Internacional de la Mujer, ya que “es imprescindible mantener el desarrollo alcanzado desde que en 2018 y 2019 se siguiera con tanta fuerza la convocatoria de la Huelga Mundial de Mujeres, lo que evidenció un enorme salto de calidad en el grado de organización de las mujeres y en el alcance de sus propuestas”, señala Corrales.
Sí se puede se suma también a la reivindicación del movimiento en Canarias sobre un feminismo inclusivo, que “reconoce la diversidad como una realidad y como una fuerza de cambio: las mujeres somos muchas y nos unimos porque todas sufrimos discriminación, a pesar de las diferencias; es imprescindible tener en cuenta esa diversidad y dar cabida a todas las voces de las mujeres; solo escuchándolas y con su protagonismo pueden hacerse políticas que atiendan a sus intereses y cambien su realidad”, subraya la portavoz.
La organización llama la atención sobre el incremento de la desigualdad como uno de los efectos de la pandemia que afecta a la humanidad desde hace más de un año. “La extensión de la COVID-19 ha supuesto una grave amenaza para los logros de las mujeres; la frágil búsqueda de la igualdad de género se ha visto mermada por esta crisis mundial”, sentencia Corrales.
Esto es así porque “el confinamiento supuso un riesgo aún mayor para las que sufren violencia de género y porque son las mujeres las que asumen la sobrecarga de los cuidados, tanto para las personas enfermas como para la protección de toda la familia. Asimismo, la crisis provocada por el consiguiente cierre de la economía incide más aún en el empobrecimiento de las mujeres: ha dejado más pobreza, más paro, más desprotección y menos conciliación en el ámbito familiar y personal. Finalmente, al mismo tiempo, se evidencia el largo camino que todavía falta por recorrer para que las mujeres y sus propuestas sean contempladas en los espacios donde se toman las decisiones”, apunta la portavoz.