Esta isla nuestra. Yaiza Afonso Higuera

Hace unas semanas vi una foto del Valle de La Orotava en los años 70. Verde, prácticamente sin casas.

En la imagen se visualizaban los tres núcleos poblacionales principales, el Puerto, Los Realejos y La Orotava dejando en el resto un interminable verde que subía casi hasta el Teide. La isla ha cambiado mucho, nos la hemos ido comiendo a cachitos, como si no le doliera, como si no estuviera herida por nuestros pasos. A pesar de las mordidas la sigo viendo bonita, me emocionan sus laderas que llegan al cielo y sigo mareándome en ese balcón empinado en el que nos subimos, en el que flotamos viendo el mar.

Quizás tú seas una de esas personas a las que les da igual el territorio, que no le importa la salud geográfica de esta tierra escarpada en la que vives. Quizás nunca te paras a mirar el paisaje y has ignorado toda la vida el grupo de cardones que resisten en el barranco cercano. Puedo comprender que no los mires. Pero no es una cuestión estética, si te da igual que el mundo sea o no bello, piensa en otras cosas, piensa en el futuro. En el agua que es esencial para vivir, en el dichoso ciclo de la vida que estudiaste en el colegio. ¿Recuerdas aquello del equilibrio de las especies? ¿De lo importante que es la existencia de bosques, océanos, pájaros, insectos, ballenas..? Son los ecosistemas los que permiten la vida en el planeta, son los ecosistemas los que permiten nuestra vida.

Ahora, si lo has comprendido, entenderás porqué el sábado pasado nos unimos a la marcha Salvar Tenerife, por qué pensamos que hay grandes proyectos costosos que empobrecen la isla. Marchamos en Santa Cruz para dejar el cemento a un lado, para aferrarnos a la esperanza que nos mantiene en esta isla nuestra.

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