Instancia de paz. Lourdes Mondéjar

Hoy he recibido la felicitación de una niña de Araya que me ha inspirado, de lo mejor, lo más bueno.

 

Una niña verseadora,

con sus bracitos abiertos

y con su voz entonada

libre, a los cuatro vientos.

 

En estas fechas en las que nos felicitamos y compartimos los mejores deseos para el Año Nuevo, quiero hacerte partícipe de una ilusión para Candelaria y para todos los pueblos del mundo, de cualquier cultura y de todas las latitudes, en especial para los niños y niñas:

 

  • Que rían y jueguen con su imaginación.

El antropólogo francés Alain Bertho relaciona el mundo de lo fantástico con nuestro pasado: «lo imaginario es la infancia de la conciencia». O si nos remontamos al filósofo griego Protágoras (con la salvedad de que se olvidó de las mujeres) en su máxima nos dice que «el hombre es la medida de todas las cosas». Si no lo analizamos parecería que estamos en la Francia racionalista de Descartes, pero no, Protágoras fue contemporáneo de la Grecia Clásica.

Cuando no sepas qué hacer, qué elegir o decidir, pregúntate como lo hizo él, si la opción es buena para la Humanidad, si es buena para la Naturaleza. Si es así, entonces estará hecha a la medida del ser humano, de la Humanidad y de la Naturaleza. Así piensan las niñas y los niños, sin conceptualizar. Por eso:

 

  • Que jueguen con sus cuerpos, que corran al encuentro del abrazo de sus abuelos y escuchen a sus abuelas. ¡Qué relación más linda, más nutriente, entre la vitalidad y la serenidad!
  • Que fragüen en su interior los ideales de las heroínas y de los héroes de los cuentos ancestrales, la justicia, la paz, la verdad, la belleza, la defensa de los animales, la preservación de la Madre Naturaleza, y con todo ese legado que crezcan, para que sean mañana quienes defiendan su tierra y los remotos lugares en los que sueñan.
  • Que jueguen con sus voces, como cuando balbuceaban, gracias a lo cual hoy hablan.

Es probable que esta niña que hoy me felicitó, le pida a los Reyes Magos que otras niñas y niños tengan lo que necesitan. Y, por todo ello, mientras crecen, es nuestro deber frente a la adversidad, ser su ejemplo, su modelo, en todo lo que hacemos, decimos y construimos, en los discursos que nos oyen dar.

Recuerda: todas llevamos una niña o un niño en nuestro interior, porque sus sueños y la fantasía —como diría C.G. Jung—, son una parte de la mente, del inconsciente y la sabiduría colectivos de cualquier época y lugar; y porque en el imaginario, en la fantasía está la resistencia.

Por último, como universales de la Humanidad de estos tiempos, además de empatía y sororidad, te deseo:

 

Salud y fantasía en el más amplio sentido.

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