La Concejalía de Medio Ambiente y Lucha contra el Cambio Climático de La Laguna ha iniciado ya el proceso de redacción participada de la primera Ordenanza reguladora de la Red Municipal de Huertas Comunitarias, un documento fundamental para reforzar los recursos, impulsar la agroecología y facilitar el intercambio de conocimiento y la colaboración en red de todas las instalaciones locales existentes y futuras.
El concejal de Medio Ambiente, José Luis Hernández, hizo este anuncio en el transcurso de una visita este viernes, 11 de febrero, a las instalaciones del proyecto piloto de San Benito, bautizadas por las personas usuarias como “San Bonito” ante el cambio que se ha producido en lo que hace apenas 6 meses era un solar lleno de malas hierbas y basura y donde hoy ya se estaban recogiendo las cosechas de verduras y hortalizas ecológicas.
En un trabajo mano a mano con el Área de Bienestar Social, y con la colaboración de la de Desarrollo Rural, la corporación trabaja en la localización de suelo y creación de infraestructuras en todos los pueblos y barrios del municipio, para atender a la gran demanda vecinal y al éxito que de la primera huerta urbana para personas mayores impulsada en San Benito. En esta primera experiencia participan 40 vecinos y vecinas, para la que hay lista de espera, con una importante contribución para propiciar un envejecimiento activo y saludable, generar redes comunitarias e intergeneracionales y plantarle cara a la soledad no deseada.
La visita fue una oportunidad no solo para comprobar el desarrollo de esta apuesta local, sino también para evaluar su aplicación a otros ámbitos y grupos de edad e incorporarlo a un modelo que quiere recuperar el territorio para la ciudadanía, fomentar la sostenibilidad en todas sus acepciones y llegar a todos los grupos de población. Por este motivo, Hernández estuvo acompañado por el concejal de Bienestar Social, Rubens Ascanio, y los respnsables de Movilidad Sostenible, María José Roca, y Juventud y Educación, José Juan Gavilán.
“Esta huerta es un ejemplo de lo que se puede hacer cuando hay voluntad de trabajo y todos, instituciones, mayores, comunidad educativa, jóvenes y vecinos y vecinas, nos unimos. La rehabilitación y recuperación ambiental de espacios abandonados en La Laguna es uno de los elementos que nos marcamos al inicio de este mandato y este primer huerto municipal pleno, legal, adecuado, compartido, comunitario es un ejemplo de esa dinámica que estamos impulsando para convertir lo que estaba abandonado, lo que estaba olvidado, en espacios llenos de vida”, destacó Ascanio.
“Con este instrumento, estamos ayudando a luchar contra la soledad no deseada, que afecta a más de 4.000 vecinos y vecinas, especialmente entre la población mayor; a darles calidad de vida y, sobre todo, a generar nuevas y sanadoras redes de solidaridad y de apoyo mutuo, también con una perspectiva intergeneracional”, añadió el concejal de Bienestar Social.
“Esta semana hemos firmado el expediente para iniciar la redacción de la ordenanza que regulará esta Red municipal, que esperamos haber extendido por todo el municipio a comienzos del año que viene. Trabajamos en la localización de todos los espacios en los que el planeamiento vigente permita este uso, porque recibimos demandas de todos los pueblos y barrios y porque entendemos que la mejor manera de hacer comunidad es desde el pueblo y con el apoyo público”, detalló Hernández.
El concejal de Medio Ambiente recordó que “también trabajamos en procesos de compostaje comunitario y acabando unas composteras que van a dar servicio no solo a las personas usuarias de este huerto, sino también a las vecinas y vecinos del entorno. El proyecto incluye formación y recursos para que puedan producir compost de calidad y usarlo aquí y en los hogares participantes y continuar promoviendo la agroecología en el municipio”.
Los protagonistas en esta visita fueron las personas usuarias, que contaron su experiencia a los medios de comunicación presentes con la esperanza de que anime a más personas a sumarse a esta Red municipal. De hecho, Ascanio y Hernández ya se han reunido con representantes vecinales y de la Asociación de Mayores Pico Cho Canino de Finca España, que han transmitido su interés en poner en marcha una huerta social y comunitaria en este barrio lagunero, una propuesta especialmente diseñada para mejorar la calidad de vida de las personas mayores.
Carmen Jiménez, una de las usuarias de la huerta de San Bonito, se inició en este campo con el huerto escolar del CEIP de La Verdellada, donde fue maestra antes de su jubilación. “Personalmente, esto ha sido un auténtico regalo, porque se nota pasar a a la jubilación después de tener mucha actividad y aquí he podido conocer a gente que sabe muchísimo y de la que se aprende cada día, pero también, hacer compañeros y amistades y contar con un apoyo importante”. Carmen tiene plantado lo que consume en casa, “lechuga, colinabos, zanahorias… Nada sabe igual que lo que cultiva una misma y el sabor ecológico es completamente diferente”, dice.
Laureano Lorenzo, otro de los usuarios, explicó que “siempre me ha gustado la agricultura, pero no daba para vivir. Fui conductor de guaguas y, desde que me jubilé, me había dedicado a buscar cosas para entretenerme. Me enteré de este proyecto y me apunté, con la suerte de que me llamaron al poco tiempo, porque al principio no había tanta gente. Lo más bonito es la amistad con los vecinos. Nos ayudamos unos a otros”.
“Mis hijas me dicen ¿saliste del campo tras toda una vida trabajando y ahora vuelves? Esto es una forma de vida y aquí hablamos, compartimos y plantamos los productos que nos gustan”, señaló América Díaz Mejías.
Y precisamente esta iniciativa quiere ser una propuesta terapéutica y promotora de salud, para mejorar la calidad de vida de las personas mayores, promover un envejecimiento activo en contacto con la naturaleza y convertir este terreno entre edificios, otrora abandonado, en un pulmón agroecológico donde luchar contra la soledad, compartir experiencias, fomentar los vínculos intergeneracionales y comunitarios y avanzar en el autoconsumo agroecológico y en soberanía alimentaria ciudadana.
De hecho, este proyecto piloto transversal apuesta por las huertas comunitarias como espacios capaces de dar respuesta a una gran variedad de necesidades, como las psicosociales o de salud. De hecho, las huertas urbanas son un recurso cada vez más habitual en la atención al colectivo de personas mayores y constituyen una importante herramienta para combatir la soledad no deseada y ciertas patologías, ya que la horticultura permite el desarrollo de la memoria, la motricidad, la autoestima o el establecimiento de vínculos con un grupo de personas con el que comparten retos y logros.
Durante seis meses, vecinos y vecinas han transformado esta superficie olvidada en una zona de cultivo comunitaria de 870 metros cuadrados, a la que se añaden otras dos parcelas grandes y reservadas para el CEIP San Benito y para la Asociación AFES Salud Mental, que permitirán compartir experiencias y conocimientos, estudiar las propiedades terapéuticas y los beneficios para el refuerzo de la cohesión social que supone este tipo de iniciativas, así como generar nuevos lugares de esparcimiento urbano y contribuir al avance en materia de soberanía alimentaria y los criterios de sostenibilidad ambiental que promueve la estrategia local La Laguna: Municipio en Transición (LLMT 2030).
Esta huerta urbana cuenta con todos los recursos, como invernadero, vivero, compostera, suministro de agua, además de parcelas para que cada persona pueda cultivar sus verduras y hortalizas, para lo que han recibido formación durante meses y cuentan con todo el asesoramiento y apoyo necesario, con la colaboración e implicación de la Asociación MAYE (Movimiento, Autogestión y Educación).
Incluye bancales elevados, también algunos adaptados para las personas con discapacidad, especialmente con movilidad reducida, así como un jardín canario y de plantas aromáticas para atraer a polinizadores o un espacio común para compartir comidas y charlas.
Comunidades solidarias y sostenibles
Los objetivos generales de la iniciativa incluyen generar comunidades sanas, solidarias y sostenibles, con una cultura de la participación y la solidaridad vecinal hacia colectivos vulnerables; facilitar un marco de referencia hacia la salud preventiva, que pueda hacer frente a la coyuntura actual y futuros imprevisibles en este sector vulnerable; identificar y diagnosticar realidades ocultas por falta de participación social, así como formar en conocimientos sobre alimentación sana y sistema inmune, plantas medicinales, gestión de residuos, etc.
Durante estos meses, se ha ofrecido a las personas participantes, de la mano de profesionales, todos los recursos, materiales y conocimientos acerca de la permacultura y la agricultura ecológica, con una apuesta por el reciclaje y el reaprovechamiento, así como sobre gestión de plagas, poda de frutales o fertilizantes caseros.
Además, se ha trabajado en la dimensión psicosocial y cultural del proyecto, con aspectos como la educación para la salud física, mental y emocional; la creación y consolidación del tejido comunitario; la toma de conciencia sobre los recursos del entorno y su aprovechamiento colectivo; la recuperación y conservación del patrimonio, así como la adaptación del proyecto a las necesidades reales de las personas beneficiarias y un mapeo básico de necesidades urgentes y de sostenibilidad de los objetivos a largo plazo.