Blanca Ascanio Moreno, la condena de una maestra comprometida. Rubens Ascanio Gómez

Vallehermoso durante la II República se convirtió en uno de los focos más luminosos de resistencia al caciquismo histórico y de organización campesina. Una de las figuras destacadas en esas tareas de organización colectiva fue la maestra Blanca Ascanio Moreno.

Blanca Ascanio Moreno fue mujer comprometida y rebelde a la que sin duda debemos recordar, más aún ante un 8 de marzo histórico como el de este año.

Nacida el 4 de noviembre de 1910 en este pueblo gomero, en el seno de una familia de la pequeña burguesía rural, marcada por las consecuencias de la crisis económica de entreguerras y un evidente proceso de toma de conciencia social frente a las profundas desigualdades sociales, que en ese periodo con especial crudeza, generaban la exclusión completa de importantes sectores de la población. La mayoría social sufría las terribles condiciones laborales del proletariado agrícola, dedicado principalmente al cultivo de exportación del plátano mediante compañías frutícolas de capital europeo, en una sociedad con características semifeudales.

En un panorama marcado por un grado altísimo de analfabetismo y una dura represión social, política y económica, la familia Ascanio Moreno logra dar una formación superior a su descendencia, su hermano Guillermo, que sería fusilado en el año 1941 por su papel en la defensa del Madrid republicano, y sus hermanas Petra, Eulalia y Amelia, esta última también represaliada duramente por su activismo político.

Una parte sustancial de esa juventud gomera con cierto nivel formativo y que ha vivido directamente las consecuencias sociales y económicas posteriores a la primera guerra mundial, especialmente la competencia en el mercado bananero de las colonias inglesas, vive una efervescencia ideológica que les lleva a una creciente identificación política. Arraigan con fuerza ideas que reivindican los derechos de obreros y campesinos, junto con un profundo republicanismo y laicismo, contando con órganos de comunicación propios donde también participarán intelectuales como el poeta Pedro García Cabrera.

Tanto su hermana mayor, Amelia, como Guillermo y ella, además de sus primos Juan Pedro Ascanio García, Fernando Ascanio Armas y Pablo Ascanio Armas, se implicarán con los valores socialistas y comunistas, colaborando en las labores de la federación Obrera, a la que entregaron en 1932 los terrenos donde se edificará su sede, con planos que elaborará su hermano.

Mientras avanza en su formación universitaria, Blanca Ascanio colabora en tareas de educación popular en su pueblo, dando clases a los miembros del proletariado rural de Vallehermoso y organizando acciones culturales como charlas y obras de teatro, destinadas a un colectivo que en ese momento tenía enormes dificultades para acceder a una formación educativa y formativa básica.

Blanca Ascanio se prepara como maestra en la Escuela Normal del Magisterio Primario de La Laguna. Al finalizar sus estudios se convierte en colaboradora del periódico de la Federación de Trabajadores de la Enseñanza (FETE), organización integrada en la Unión General de Trabajadores, donde no sólo apostaba por la enseñanza popular sino también por la emancipación femenina.

El 22 de enero de 1933, año álgido de protestas en el conjunto de Canarias, es organizadora, junto a su hermano, y los vecinos José Manuel Fernández Mora, Victor Cabrera Armenteros, Antonio Sierra Ramos y Eduardo Molina, de una manifestación pública en la que se quería denunciar el caciquismo y la represión que se vivía en ese momento en la sociedad gomera. Este mitin le valió la apertura de diligencias en el juzgado de San Sebastián de La Gomera, por un oficio del que en ese momento ocupaba la alcaldía de Vallehermoso.

En el magnífico libro El Fogueo se recogen diversos testimonios vecinales que reflejan su personalidad y su actuación político-cultural, la describen de este modo: “Tiene una personalidad apasionada. Dentro de sus hermanas descuella por ser muy independiente, por tomar decisiones propias, enfrentarse en familia, determinar casarse contra el gusto de su familia -porque su marido era persona un poco mayor -y sin embargo ella lo llevó adelante. Entonces ella se entrega bastante apasionadamente a la lucha de clases, a la lucha por las reivindicaciones obreras, un poco tal vez influenciada por la posición de Guillermo, su hermano tenía un fuerte ascendiente; Blanca veía a Guillermo como ‘el hombre que marca una pauta nueva, unos ideales nuevos, una cosa de desprendimiento, una forma de ser bonita y ella se ilusiona con esto y se entrega de lleno a su labor, un poco mesiánica en cierta manera. Es una chica con bastante cultura, ha terminado su carrera de Magisterio, está preparando sus Oposiciones; procede de una familia que tiene mucho, que tiene una buena biblioteca -una persona con un nivel más elevado que el normal del pueblo”.

Ella era maestra de escuela, era profesora de corte; organizó entre las chicas obreras una clase de corte y en la misma casa les daba clase, y como tenía máquina pues las enseñó a coser y todas esas cosas. Y fue haciendo propaganda política”.

Blanca aquí era ‘el todo del todo’; no tenía cargo pero era el todo del todo de la juventud. Ella era en quien confiábamos, muy inteligente. Hablaba con nosotras dándonos consejos”.

Una bella mujer. Daba mítines, hablaba muy bien, muy educada; tenia una pasión muy grande por el socialismo”.

Para mí una gran señora, cuidado con eso. De una gran familia burguesa de allá. Pues ella era comunista. Ella allí se trataba con todas, hacia obras de teatro y daba mítines. Tenía mucha cultura. Una buena mujer”.

Mujeres que dieran mítines, sólo Blanca Ascanio, es que no había cultura tampoco. Cuando ella estaba hablando, ¡porque ella hablaba… ay, Dios, encantaba!”.

Su compromiso político y social se mantiene incluso cuando el golpe franquista se confirma. El 22 de julio de 1936 fue una de las voces que desde el Ayuntamiento de Vallehermoso hizo el llamamiento a resistir al golpe militar. Según los periódicos del anterior régimen, Blanca “ejercía gran influencia sobre las masas proletarias” y las “indujo de una manera directa para que se realizara un alzamiento contra el movimiento militar”.

En el periódico La Prensa lo relatan así: “desde los balcones del Ayuntamiento de Vallehermoso arengó a las masas a resistir hasta quedarse el último hombre y el último cartucho”. En el mismo medio se la define durante el Consejo de Guerra a la joven gomera como “figura central de este proceso”, que afectó a 47 personas relacionadas con la resistencia a los golpistas en la localidad gomera. Se dice de ella que “la procesada, de unos 26 años de edad, demuestra poseer una regular cultura, y se expresa con gran desenvoltura, aunque con algo de nerviosismo”. Durante el proceso la propia Blanca niega las acusaciones que se le imputaban, diciendo que “únicamente dio conferencias de carácter cultural”.

Años después la propia Blanca se refiere a ese importante momento de resistencia social al golpe militar franquista señalando que La resistencia antifascista en Vallehermoso estuvo comandada en todo momento por el Brigada Francisco Mas García y sus brazos derechos entre los civiles fueron Manuel Quintana Florentino como presidente de la Federación Obrera y como hombre honesto y consecuente con sus ideas. Así mismo lo fue Ramón Cabrera Bernal como Teniente Alcalde del pueblo, quién en ausencia de su titular tomó la responsabilidad”. Todos los mencionados por nuestra protagonista fueron fusilados en la Batería del Barranco del Hierro entre 1936 y 1937, junto a tres líderes sociales más del municipio gomero.

A las diez de la mañana del 23 de julio, Ramón Cabrera, alcalde accidental de Vallehermoso, recibió una llamada en la que le comunican que los militares habían desembarcado en la capital de la Isla. La Federación Obrera, a las órdenes de la guardia civil, procede a buscar armas y otros elementos que permitieran la resistencia y la defensa de la legalidad republicana. Nuestra protagonista definió esas jornadas previas a la entrada de los militares en el pueblo “de disciplina hacia el comando por parte del pueblo organizado en lucha”. Explica que “no hubo saqueos ni cacheos. Adhesión absoluta a la resistencia y fidelidad a la República”.

Tras dos días de resistencia, con intercambio de disparos en varios momentos que dejan algunos heridos, se produce un proceso de negociación el 25 de julio para proceder a la entrega de la población, aunque, según diversos testimonios, Blanca Ascanio es una de las que se manifiestan a favor de mantener la resistencia.

Con la entrada del ejército da comienzo a una dura represión en la localidad, detenciones, mujeres a las que se les rapa el cabello, palizas. La joven gomera permanecerá en prisión desde el 26 de julio de 1936, “el mismo día que cambiaron la bandera republicana por la de la monarquía”.

Es sometida a un duro Consejo de Guerra, del que hablábamos con anterioridad, que el 27 de febrero de 1937 acaba condenándola a ella y a seis personas más a pena de muerte por “rebelión” contra el golpe militar, pena que es posteriormente objeto de un indulto que le salva la vida, no así la de otros de los condenados, los miembros de la Federación Obrera, Juan Medina Herrera, Manuel Méndez Prieto y Nicolás Prieto Ventura, asesinados en el Barranco del Hierro de Santa Cruz el 10 de marzo de 1937.

En el año 1938 Blanca Ascanio aparece, según los estudios del investigador Pedro Medina Sanabria, entre las 300 presas de la cárcel de Mujeres de Santa Cruz de Tenerife, siendo posteriormente trasladada a La Laguna, regresando en 1939 a la cárcel Provincial. En esa prisión compartirá celdas con mujeres como Isabel González, primera concejala comunista del Estado español, Clemencia Hardisson, heroína de la resistencia francesa en la segunda guerra mundial, Carmen Goya, destacada anarquista que también estuvo condenada a muerte, o Peregrina Ventura, también condenada por su papel en el Fogueo de Vallehermoso.

Se encuentra en prisión cuando en la revista el Eco del Magisterio Canario del 7 de diciembre de 1939 se recoge que su título de maestra le esperaba en la secretaría de la Escuela Normal del Magisterio Primario de La Laguna. De poco le valdría en ese momento, igual que a tantas otras personas, aunque seguramente, al igual que hizo su hermano, aprovechó el tiempo en la cárcel para mantener al día sus dotes como formadora entre las mujeres que por su ideas también eran compañeras de destino.

En julio de 1941 le llegan las noticias del proceso en Madrid a sus hermanos Guillermo y Amelia, que habían sido detenidos tras la caída de la ciudad por su papel en la defensa de la legalidad republicana y su estrecha vinculación con el Partido Comunista. En ese mismo mes el primero será fusilado y la segunda es condenada a 20 años de prisión por “auxilio a la rebelión”.

La investigadora Teresa González señala en su artículo, Mujeres republicanas y represión en Canarias (1936-1939), que “muchas maestras fueron represaliadas por pertenecer a sindicatos o por demostrar ideas progresistas y aplicar sus innovaciones en la docencia, como le sucedió a Blanca Ascanio”. Ella también sufrió la persecución laboral que se aplicó tras la guerra y provocó que una parte significativa del funcionariado público perdiera sus puestos de trabajo.

Tras un largo proceso de prisión y depuración política, Blanca recupera la libertad, manteniendo una activa labor educativa y formadora desde ese momento, desarrollada en buena parte en Venezuela, donde se trasladará junto a su hermana Amelia. La emigración forzada fue la opción obligada para muchas personas que habían sufrido una brutal persecución política y las duras condiciones sociales y económicas del franquismo se ven obligadas a huir para disfrutar de una vida mejor.

Blanca regresará brevemente a Canarias a mediados de los años setenta, manteniendo todavía un claro compromiso social y político, dando testimonio de sus vivencias de una dictadura brutal que le costó perder a su hermano y a dos de sus primos, Fernando y Pablo, desaparecidos en las prisiones tinerfeñas, o que hizo que su primo Juan Pedro y su hermana Amelia también sufrieran como ella años en prisiones y batallones de castigo, por no hablar de un duro y largo exilio forzado. Su historia ilustra la de tantas otras mujeres que sufrieron con especial dureza los embates de la opresión, su memoria sigue siendo necesaria en una sociedad que tiende a olvidar con demasiada facilidad sus propias raíces.


Rubens Ascanio es licenciado en Historia y portavoz de la confluencia municipalista Unid@s se puede de La Laguna. Puedes seguirlo en Twitter: @RubensAscanio

Blanca AscanioRubens Ascanio.
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