En un artículo denominado La ciudad y el derecho a la belleza, de Jordi Borja, me encuentro con la siguiente frase dictada por una señora de las favelas humildes de la periferia de Sao Paulo: “Por favor pongan mucha atención a que lo que se haga sea bonito, pues los pobres también tenemos derecho a la belleza”.
Ciudades como Santa Cruz caen en la desigualdad como tantas en este planeta de vértigos. Se diseñan espacios poniendo más mimo en zonas céntricas que en periferias, adornando las calles de cara a los que se consideran mejor que otros. La urbanización de los espacios compartidos de nuestras ciudades debe estar vinculada con las personas que habitan sus calles, y así conseguir la combinación perfecta entre estética, cultura, funcionalidad, valor social, valor simbólico y modernidad. El problema del abandono de muchos de las esquinas de nuestra ciudad produce falta de identidad y deterioro del entorno.
¿Y qué pasa cuando las personas no nos identificamos emocionalmente con los lugares? Las consecuencias son numerosas, siendo visibles en las propias aceras. Cuando un pibe o una piba pintarrajean con un spray una escultura en la calle, un árbol, un banco o una fachada está mostrando poco respeto a su propia casa.
Esto es algo opuesto al arte urbano, un modo de democratizar la cultura sacándola de los museos. Los llamados grafiteros fueron precursores de inundar los muros de arte. Muestra de ello lo tenemos bajo el Puente Serrano de Santa Cruz en el que artistas de la talla de Matías de Sabotaje al Montaje e Iker Muro hacen de las paredes un museo vivo. Ahí está la clave, en hacer partícipe de la cultura a toda la sociedad para que aprendamos juntos a respetarla. Pero esto no puede quedar como un hecho aislado en el centro de las ciudades. Se debe educar en el arte desde los conocimientos de los que han aprendido a pintar en las aceras, ellos tienen las herramientas para conectar con aquellos jóvenes que se pierden destrozando espacios. Busquemos paredes entre toda la ciudadanía y hagamos arte urbano en mayúsculas. Conectar con ese lado de la sociedad nos servirá para tomar consciencia sobre actos poco afortunados y se conviertan en preciosos murales que adornen todos y cada uno de los barrios de nuestra ciudad, haciendo posible el derecho a la belleza.
Yaiza Afonso Higuera es concejala de Sí Se Puede en el Ayutnamiento de Santa Cruz de Tenerife.
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