Discurso de investidura. Paco Déniz

Agradecer a quien me ha precedido en el puesto por su enorme y honorable trabajo al servicio de la causa pública y ciudadana. Estoy convencido de que aquél apoyo, hoy se ha multiplicado.

Ha aumentado la gente que entiende que esta situación política, social y económica es insostenible y que, además, entiende que poco o nada se ha hecho para mejorarla por quienes tenían dicha responsabilidad. Más bien todo lo contrario, desde las instituciones se ha hecho mucho por empeorarla. Y esa percepción y razonamiento popular se ha convertido en desafección mayoritaria hacia las instituciones, hacia la política y hacia el Estado y a muchos de sus apéndices.

La explicación a tanto malestar, evidentemente, está en los núcleos del capitalismo salvaje, pero también en los poderes políticos y en sus mandatarios que han conspirado a destajo para que la desigualdad aumente hasta límites insoportables, hasta la miseria total para infinidad de personas, hasta meterle el miedo en el cuerpo a una mayoría de personas totalmente desprotegidas y al borde de la exclusión. 700.000 canarios están en la pobreza y en la exclusión. Con esas cifras, ¿quién puede hablar de democracia? Desde nuestro punto de vista, de Sí se puede, no hay democracia que valga si existe desigualdad y nada se hace por eliminarla. La democracia, o es total, o no lo es.

Pero esta situación parece que va a cambiar. Y espero no equivocarme. Todas las predicciones apuntan hacia un nuevo ciclo político, una nueva manera de gestionar la vida social, institucional y económica. Ese enorme descontento que ha ido larvando una propuesta política, se está constituyendo como una nueva potencia social emergente que, probablemente nos coloque a las puertas de un nuevo proceso constituyente. Un nuevo proceso que cuestione las claves principales que orientaron la llamada transición, claves que de negociación entre las élites y de pacto con los sectores y poderes constituidos, así como con los restos del franquismo. El fracaso del actual modelo democrático se debe a ese marco frágil e infranqueable para las clases trabajadoras y los pueblos del estado. Por ello, el nuevo cambio que se avecina debe basarse, al menos, en las siguientes cuestiones:

1) Reconocimiento efectivo de la soberanía popular, esto es, que las instituciones abran sus puertas y deje sus asientos a la participación vinculante y decisoria de la ciudadanía en todas las políticas, presupuestos y representaciones que les afecte. Que cedan el bastón de mando a la ciudadanía organizada.

  1. Reconocimiento efectivo de la pluralidad nacional y el reconocimiento del derecho a la autodeterminación de los pueblos.

  2. La derogación de todas aquellas instituciones de representación política (monarquía) y acuerdos sustanciales con el estado no refrendados por el pueblo (acuerdos con la Santa Sede).

La gente ya no quiere ser convidados de piedra, no quiere delegar en nadie, quiere tomar las riendas de sus destinos, quiere construir su futuro, y ahí, empujando en ese sentido, estaremos los compañeros y compañeras de Sí Se Puede.

Con sólo 17 añitos hice campaña contra la constitución allá por el año 78. Hoy, más de tres décadas después, la gente nos da la razón a quienes nos opusimos a aquel apaño de las élites dominantes.

Tres décadas después, aquí estamos, un poquito más perjudicados y estropeados, pero igual de ilusionados en que esta nueva ola de energía e iniciativa social ciudadana reinicie el proceso constituyente y ponga a la mayoría trabajadora en el lugar que le corresponde: a dirigir el futuro.

Paco Déniz. Concejal de Sí se puede en La Laguna

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