El espejo del cielo. José Manuel Hernández

Te reclama para buscar palabras. Te desea. Se hace desear. Quieres amarla. Te dibuja veleros para que sigas sus estelas, para que tus sueños caminen, surquen la luz del papel, con el viento de popa y susurros en la proa. Eres provocadora. Aliviadora de conciencias. Eres la furia y el descanso. Ventana de poetas solitarios y de amantes heridos.

Eres el baño de las cabras. La fecundidad. Los caminos de ida. La magua. El zaguán de la isla. Eres quien nos seduce, quien guarda la memoria de nuestros muertos. El corredor de las leyendas. La fabricante de calladaos. La tejedora de playas. El sostén de las falúas. La difusora de maresías.

A tu sombra vivimos. Eres el espejo del cielo. La invitación a la locura. La historia del abuelo. La emigración clandestina. Los barcos fantasmas. Eres la poderosa diosa del deseo. La amante inabarcable.

Por eso quiero que humedezcas mis labios con el lamido de tus olas. Sumergirme en tus orgasmos. Quiero amarte, mar insomne.

Quiero amarte, porque escribirte ya no puedo.

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