En algunas revoluciones las balas tienen forma de clavel. Rubens Ascanio

Ese día una serie de mandos el ejército descontentos con la situación que vivía el país envuelto en las guerras coloniales de Angola, Guinea y Mozambique se organizaron para derrocar al gobierno salazarista.

Cuando la canción prohibida “Grândola, Vila Morena” se escuchó en la radio en la mañana del 25 de abril los capitanes del ejército, al mando de la tropa, toman los puntos estratégicos. En unas seis horas la dictadura es derrocada y el pueblo toma las calles.
En poco tiempo los presos políticos fueron liberados, los líderes opositores regresaron a Portugal y se inició un proceso democrático y revolucionario que trae consigo la independencia de las colonias portuguesas, la libertad política e importantes nacionalizaciones.
La acción de unas vendedoras de flores que repartieron sus claveles entre las tropas democráticas fue un gesto que dio la imagen poética y libertadora a la jornada. Esos claveles rojos en las puntas de los fusiles y metralletas fueron un símbolo de una transformación y una señal de paz.

Por desgracia no hubo el cambio revolucionario que muchos esperaban en Portugal, como en otros lugares las fuerzas de izquierda más moderada ganaron la partida electoral y los militares más favorables a continuar la revolución hacia el socialismo se replegaron, respetando la decisión mayoritaria del pueblo portugués, evitando una guerra civil. Una lección que marca la diferencia entre los militares golpistas de izquierda frente a los de derechas que la actriz y directora portuguesa María de Medeiros reflejó bien en su película “Capitanes de Abril”.

Muchas libertades y esperanzas se parieron en la revolución de los claveles, no sólo en Portugal, también en sus colonias que luchaban por ser libres o en el resto de países del mundo que observaban, unos con miedo a perder el sillón y otros con esperanza de salir a la calle con los claveles en la mano para derrocar dictadores e imperios. Hace cuarenta años que las balas se convirtieron en claveles y que el pueblo espera.

 

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