Los ceros energéticos en un nuevo modelo descentralizado. José Luis Hernández

El domingo 29 de septiembre se fue la luz en toda la isla de Tenerife, lo que en lenguaje postmoderno se conoce como un cero energético. Un ejemplo de libro de lo que pasa cuando se ponen todos los huevos de un sistema en una misma cesta.

Sin lugar a dudas, nos encontramos ante un hecho de muchísima gravedad, resultado de décadas de falta de planificación e inversión y de estar dando la espalda a nuevas realidades tecnológicas.

Sus consecuencias económicas son innegables y es indudable que se puso en riesgo la seguridad de miles de personas que, como las que habitan los caseríos de Anaga, estuvieron varias horas aisladas sin posibilidad de poder comunicar cualquier emergencia.

En la “Arabía Saudita de las energías renovables”, como se ha bautizado a nuestro archipiélago por expertos de primer nivel mundial por sus potencialidades en esta materia, y cuando la madurez de la tecnología y las caídas de los precios configuran un viento de cola muy propicio, es inexplicable que por un fallo en una estación transformadora se haya sufrido un apagón de esta magnitud, que ha afectado a más de un millón de personas y que informativamente ha trascendido nuestras insulares fronteras. Sin lugar a dudas estamos recogiendo los frutos de la negligencia de quienes han gobernado estas islas en las últimas décadas.

Formulada la crítica por lo acontecido y aprovechando que también se hace cierto lo de “no hay mal que por bien no venga”, es la hora de ser propositivos y poner en el tablero del debate soluciones para que esto no vuelva a suceder o, por lo menos, para minimizar los efectos de futuras eventualidades en el sistema energético insular.

En estos momentos las instituciones, especialmente las locales, tienen en sus manos dos grandes herramientas que les permiten transitar por la senda de un nuevo modelo energético no centralizado y basado en las energías renovables: la comentada madurez y abaratamiento de la tecnología, especialmente la fotovoltaica y la química de acumulación, sin olvidar otras como la eólica o la geotermia de baja y alta entalpía y, sobre todo, un marco legislativo superador del atávico impuesto al sol de Soria, el Real Decreto 244/2019, de 5 de abril, por el que se regulan las condiciones administrativas, técnicas y económicas del autoconsumo de energía eléctrica y que no solo permite el autoconsumo individual y colectivo, sino que va más allá y permite la inyección de excedentes en red, compartir la energía en un radio de 500 metros e incluso alienta experiencias novedosas como las comunidades energéticas.

En La Laguna, donde tenemos un gran potencial para el desarrollo de las energías renovables, nos hemos puesto a hacer la tarea y, después de marcar una hoja de ruta con la declaración de la emergencia climática y la firma de compromisos rigurosos para descarbonizar el municipio en un 40% en 2030, estamos creando las condiciones para hacer posible una verdadera transición energética municipal que se debe basar en el ahorro, la eficiencia y la utilización masiva de las energías renovables.

Esta transición tiene como grandes líneas maestras: la elaboración de un plan estratégico municipal para la transición energética; políticas de ahorro y de concienciación ciudadana; potenciación de las instalaciones fotovoltaicas de autoconsumo en edificios municipales y en las promociones de viviendas sociales; medidas fiscales, de subvenciones, de abaratamiento y simplificación de trámites urbanísticos, que incentiven las instalaciones fotovoltaicas en todo tipo de edificaciones; estudio inmediato de las posibilidades de la geotermia de baja entalpía en el casco del municipio, donde la existencia de un acuífero a poca profundidad parece que ofrece unas condiciones ideales para aplicar esta tecnología; creación de una oficina técnica de apoyo a la transición energética, que desarrolle su trabajo a pie de calle, informando a la ciudadanía en las AA. VV., comunidades de viviendas, colectivos sociales, etcétera, de todo el potencial que tiene el comentado decreto de autoconsumo y de los incentivos municipales para dar ese gran salto hacia un nuevo modelo energético.

Esta senda que tomará La Laguna no la vamos a transitar en solitario y en estos momentos ya hemos iniciado un proceso en el que estamos implicados diez municipios tinerfeños, de distinto color político, pero todos convencidos de que tenemos la ineludible obligación de ponernos al frente de procesos de transformación que nos permitan enfrentar la emergencia climática, siendo modélicos, innovadores y dando ejemplo a nuestra ciudadanía.

No nos cabe la menor duda de que, siguiendo el ejemplo de otras ciudades como Rubí (Barcelona) o el que se desarrolla de forma unitaria en los catorce municipios y el Cabildo Insular de La Palma, a este proceso se van a sumar cada vez más municipios tinerfeños y en pocos años estaremos muy avanzados en un nuevo modelo descentralizado y más democrático, que va a permitir el empoderamiento energético de la ciudadanía. Entonces tendremos en nuestras manos una poderosa herramienta con la que los ceros energéticos insulares serán cosa del irracional y obsoleto modelo actual.

 

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