La misma vaina de la guerra. Paco Déniz.


La misma vaina, Zapatero diciendo que ésta guerra es distinta de la de Irak, que ésta tiene el permiso de la ONU. En fin, que todo sigue igual que ayer, un presidente norteamericano que cumple con la tradición y añade a su currículum una guerra a un país árabe, la tradicional cobardía del gobierno español que no exigió intervenir ni en Palestina cuando fue bombardeada por los judíos, ni en el Sáhara cuando el ejército marroquí masacró a los saharauis. Y un tradicional motivo económico: el petróleo. Esa es la cuestión. Ni en el Aaiún ni en Palestina hay petróleo. ¿Para qué molestarse? En Libia en cambio, no sólo hay petróleo bueno, sino que además gobierna Gadafi, uno de los bandidos más buscados al oeste del Pecos. Y si bien es verdad que al coronel se le fue el baifo, no es menos cierto que la mayoría de los presidentes del mundo tienen todos los baifos sueltos y no por ello se les ataca.
Lo curioso del asunto es que esta nueva guerra coincide con la ola democratizadora que recorre el mundo árabe. Cuando la juventud árabe se rebelaba contra sus señores feudales, cuando intentan coger las riendas del futuro, en fin, cuando los movimientos sociales norteafricanos abren una brecha importante con su pasado, aparecen los yanquis para “ayudarlos”. Pero, excepto la progresía espumosa occidental, ya nadie se lo cree. Todo el mundo sabe que los aliados por el petróleo sólo buscan poder y control, y la única manera de hacerlo es metiendo plomo. No se han explorado las vías políticas, no se ha difundido nada sobre el carácter de estos movimientos populares, nada de nada, sólo advertencias, amenazas y dinamita. Y Zapatero justifica las bondades de la intervención de los militares yanquis de gafas rayband aviator, mientras que algunos artistas y comentaristas desafían el look inapropiado y estentóreo de Gadafi. Y uno, pues aquí, esperando que algún día un moro lea una resolución de la ONU exigiendo la disolución inmediata de los Estados Unidos y agradecido por no haber vivido nunca una guerra, ni un tsunami, ni una catástrofe nuclear. ¡Quita pa`llá!

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