Resentimiento. Asunción Delgado.


Hablamos, aunque venía de mucho tiempo atrás, del año 2004. Había que oír hablar a esas personas, cargadas de razón y sobre todo de sentimiento. Había que ser muy insensible para que no te tocara la fibra su sufrimiento, sus temores, sus miedos y su rabia, porque destruían sus vidas, íntimamente ligadas al terruño, a las papas, al ganado y al olor de sus tierras.

Una destrucción que además sólo servía para validar un modelo insostenible de movilidad, que se ha demostrado inútil porque cuantas más carreteras, más coches, más atascos, más carreteras, más cuellos de botella y más destrucción de territorio.

La densidad de las vías en la Comunidad Autónoma de Canarias es de 60 kilómetros por cada 100 kilómetros cuadrados, la más alta de toda España, según datos del Ministerio. Sólo la ejecución de la autopista exterior requeriría la expropiación de 1.649.608 metros cuadrados. A eso habría que añadir los efectos comprobados que tienen estas infraestructuras para estimular los procesos de urbanización y de puesta en marcha de grandes equipamientos, aprovechando los nuevos accesos, con lo que seguiría afectando a más territorio que debe ser preservado por su valor agrícola y medioambiental.

El mejor ejemplo es la previsión de una Zona de Actividades Logísticas de 126 hectáreas, situada “al calor” de esa futura autopista exterior. Para tener una idea de lo que representa esa dimensión no hay más que compararla con la superficie de otros polígonos de suelo industrial de ámbito insular: Los Majuelos, con 64 hectáreas, o el Polígono de Güimar, con 115.

Está claro que cuando los gobiernos dejan de apostar por políticas a largo plazo, como el cambio del sistema de movilidad en las islas, la modificación del modelo socioeconómico hacia uno más basado en la economía local y global, el acercamiento de los servicios a la gente, la potenciación de un urbanismo que nos conduzca hacia unas ciudades más compactas y policéntricas, y el poco respeto por nuestro mundo rural, se llega a la situación que buscan esos mismos gobiernos: que la ciudadanía de forma desesperada pida una solución drástica e inmediata, como en la medicina “atajar los síntomas y cortar por lo sano” antes que buscar las causas que originan la enfermedad.

Ahora vuelve a surgir el problema de los colapsos, de las colas, de los retrasos, y no hay, ni ha habido, durante más de una década de lucha, nadie que haya pensado en solucionar el problema de la ciudadanía que vive en el norte de la isla de Tenerife de la forma más adecuada.

Y de nuevo, la espada de Damocles sobre las gentes que viven en las zonas rurales; personas ancianas que no quieren ver desaparecer sus tierras, que son conscientes de que ese patrimonio es lo más valioso que tiene una sociedad, que le han transmitido esos valores y ese orgullo a sus hijos y nietos; familias que luchan desesperadamente por mantener la palabra que les han dado a sus abuelos, de cuidar y proteger lo que consideran sagrado.

En el último pleno del Parlamento de Canarias no se aprobó la toma en consideración de derogar ese Plan Territorial. No puedo dejar de referirme al término que utilizó el Sr. portavoz de CC al decirme que mi discurso estaba cargado de resentimiento.

Resentimiento es la acción y efecto de resentirse, tener un enojo o tristeza por algo. El resentimiento se refleja en diversos sentimientos y actitudes como la hostilidad hacia algo o alguien, la ira no resuelta sobre un acontecimiento, el enfurecimiento o la incapacidad para perdonar o para aceptar las situaciones.

El pasado es un elemento clave del resentimiento, ya que éste siempre está basado en hechos que ya sucedieron y que causaron un dolor que no puede borrarse. Puede vincularse a una herida abierta que no sana y que no deja de producir dolor.

Decir que los mismos partidos políticos que han defendido la preservación de esos suelos agrícolas en el Parlamento, son los mismos que los que están en las instituciones y que no han movido un solo dedo para derogar ese Plan Territorial que los destruye, ¿es resentimiento?

Decir que estos gobiernos no piensan en sus raíces ni en su futuro como pueblo, porque no cuidan su tierra, sus recursos, sus alimentos, ni el agua y el aire que son nuestros bienes públicos esenciales, ¿es resentimiento?

Decir que ya no sienten ni padecen sus señorías ante el sufrimiento causado a tantos vecinos y vecinas, ¿es resentimiento?

Si es así, es verdad, me declaro resentida. Porque siento, siento mucho mis discursos, creo en lo que digo, los hago desde el corazón. Porque me emociono cuando pienso en esa gente, porque sufro por ellos, porque me duele cuando me dicen que van a destruir ese territorio fértil, lleno de vida y de futuro.
Quizás yo viva en mi mundo Avatar.

Asunción Delgado es militante de Sí se puede y diputada de Podemos en el Parlamento de Canarias.
Puedes seguir su actividad parlamentaria en twitter: @AsunDelgadoLz.

Comments (0)
Add Comment