Tenía 14 años cuando me enteré de que mi abuelo luchó en el ejército alemán junto a los nazis. Yo le preguntaba muchas veces “¿Porqué, abuelo? ¿Porqué permitiste semejante crimen y por qué no luchaste en contra?” Él me contestó: “porque todos los hicieron, todos cerraron sus ojos y era más fácil colaborar”.
Desde muy joven me he preguntado cómo se levantaban aquellos colaboradores cada mañana mirando sus caras en el espejo sin vomitar, y entonces me juré a mí misma que mis hijos nunca tendrían que preguntarme: “¿Por qué no has hecho nada?”.
Desde hace 25 años vivo en La Gomera y rápido me di cuenta que aquí se vive en cierto modo con miedo y angustia. Nadie se atreve criticar en voz alta. Los que están en contra del régimen lo tienen difícil. Aquí vi cosas que nunca vi antes: que existen sobres que cada cuatro años son repartidos por los partidos políticos, y que se tiene que votar lo que ellos te dicen. He visto métodos muy sucios. Y todo el mundo lo sabe y se calla.
Esto, de verdad, no lo entiendo, que se dejan comprar tan fácil por un saco de cemento.
Me gusta el proyecto de Sí se Puede porque claramente está en contra de la corrupción, se quiere trabajar por los derechos humanos, por las mujeres, por la educación, por la naturaleza, por las energías renovables, etcétera, y sobre todo porque está compuesto por personas honestas que se respetan mutuamente.
Aquí no dejan de saludarte sólo porque tienes otra opinión. Todo punto de vista es válido, todo se discute y se llega democráticamente a un acuerdo. Por eso he decidido participar en este cambio democrático. Y por mis hijos. Así nunca tendrán que preguntarme: ¿PORQUÉ LO HAS PERMITIDO?