Fuera de ordenación y algo más. Pedro Fernández Arcila

La falta de previsión de los efectos colaterales que pudieran tener determinadas propuestas normativas e, incluso, la ignorancia que acreditan los parlamentarios para ajustarse al procedimiento de determinadas reformas legislativas, hacen del Consejo Consultivo un pilar esencial frente a tanto indocumentado que se sienta, gracias a la soberanía popular, a una ley inconstitucional y al dinero de las campañas, en el hemiciclo de la calle Teobaldo Power.
En esta ocasión el suspenso cum laude del Consejo Consultivo, ha dejado fuera de juego a Ignacio González, promotor de esta iniciativa a base de los codazos que lanzó a diestro y siniestro para poder salir en las primeras planas de los periódicos. Este parlamentario, desde su desconocimiento, estaba esperanzado que esto le diera algún rédito, y por eso quintuplicó su presencia en los medios de comunicación, pavoneando su ignorancia por las ondas de la radio y la televisión, dejando impresa de tinta su osadía. Tuvieron que ser días tan extenuantes como gratificantes para quien por unas semanas se autoerigió como salvador de la patria, pero, ahora, un consejo de sabios lo ha bajado de un pedestal que nadie lo colocó y para que se calme le receta sentido común y conocimiento.
Muchos tuvimos ocasión de anunciar que la propuesta de ese parlamentario sólo pretendía hacer navegar su ignorancia con su falta de escrúpulos, porque en el fondo lo que pretendía era aprovecharse de la inquietud social creada por el fuera de ordenación para eliminar cualquier límite a la edificabilidad, incluso en el suelo urbanizable, para beneficio de quienes le financian su campañas.
No es la primera vez que el comportamiento de este parlamentario me recuerda aquella frase que acuñó Bernardo Soares ( heterónimo de Pessoa) en el Libro del Desasosiego y que decía: “ El derecho a vivir y a triunfar se conquista hoy con los mismos procedimientos con que se conquista el internamiento en un manicomio: la incapacidad de pensar, la amoralidad y la hiperexcitación”.
Ustedes saben que Bernardo Soares era un ser extraordinario que siempre creyó en la posibilidad de redimir esta clase de personajes pero quizás alguno de nosotros no seamos tan magnánimos y hayamos abandonado esa idea para los que llevan toda su vida política aprovechándose de la necesidad ajena.

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.