Podemos. María Vacas Sentís
Pero mi patología no debe diferenciarse tanto de la que aqueja a las más de 50.000 personas que en poco más de 24 horas han mostrado su adhesión a la propuesta Podemos para las próximas elecciones europeas. Apoyo la propuesta del profesor de Ciencias Políticas Pablo Iglesias, porque despierta ilusión en momentos de desesperanza, conformismo y rechazo frontal a todo lo que huela a partidos políticos, animando el panorama preelectoral de cara a la cita con Europa, una Europa transfigurada en madrastra cruel y tramposa. Iglesias es una persona preparada, comprometida y conocida, habitual de varios programas de televisión, lo que constituye un elemento valioso de cara a constituirse en referente de esa gran masa desinteresada por la política, que anhela liderazgos además de propuestas concretas. Como punto de partida Podemos plantea diez puntos, entre los que destaca uno fundamental: la supresión del artículo 135 de la Constitución Española, pactado en agosto de 2011 por PSOE y PP, que nos ha convertido de facto en un país sin soberanía, supeditado al pago de una deuda ilegítima; un país sujeto a los designios de la troika. Podemos es capaz de concitar el apoyo de movimientos sociales y de partidos situados a la izquierda del PSOE, reacios a participar en una plataforma encabezada por Izquierda Unida. Porque aun siendo los pronósticos favorables a IU -los sondeos son una cosa y el voto otra y la maquinaria mediática pro bipartidismo es brutal-, esa subida no bastaría en ningún caso para constituirse como alternativa real.
La situación es de tal gravedad, el proceso de deterioro social y económico es tan dañino en favor de los poderosos; nos están devorando a tal velocidad, que urge optar con generosidad y sentido común por la vía que sume más sufragios. Porque en momentos críticos hay que asumir apuestas arriesgadas. Porque no tenemos nada que perder y sí mucho que ganar. Porque se hace camino al andar.