Editoriales del más allá. Paco Déniz
La gente comentaba que un ser tan mayor no podía aguantar el ritmo diario de tanta repulsión hacia el presidente, porque tanta repulsión contenida es mala para la salud. Se hacían apuestas por ver quién diablos escribía o redactaba todos los días esas líneas como si fueran efemérides cuartelarias o partes de guerra al caer de la tarde. Editoriales que no sólo salpicaban al presidente autonómico, también a los canariones y a todo rojo colorado que desafiara el orbe de las élites y del poder chicharrerista. Pero había gente que apostaba por don José, al que se le suponía una fuerza sobrenatural. Ahora, con su muerte, se disipan las opciones para apostar quién vomita editoriales a diario. Sólo quedan dos opciones. No obstante, y como quiera que la línea editorial sigue siendo la misma, hay quien afirma que aquél las escribe desde el más allá. Lo que no se aclara es qué virguería de correo electrónico utiliza.
Fuera de vacilones, si la línea editorial sigue siendo la misma, el que las elaboraba sigue en su tarea. Nada ha cambiado en esos párrafos llenos de tirria obsesiva y falta de rigor. Tanta que ni los más fanáticos terminan de creérselo.
No se sabe cómo se llama, pero está claro que debe ser alguien que destile odio por su cebosa porosidad mental, alguien que cada vez que escribe es para insultar a otro o para defenderse de supuestas agresiones que lo colocan como víctima. Alguien orgulloso de su facherío arrogante y que, como casi toda la gente de derechas con repercusión mediática, utiliza el populismo barato para denunciar groseramente a todo el que ose cuestionarle su posición de poder en un entramado de relaciones insatisfechas y traicioneras. Alguien que no duda en sacrificar la veracidad de un periódico con tal de saciar su aislamiento en el mundo de la decencia. Pues ese mismo.