Estatuto de neutralidad de Canarias. Domingo Garí.

Razones de peso la sostienen. Por ello la confluencia de la izquierda verde canaria (Sí se puede, SxTF y Equo, más las candidaturas municipales que apoyan la coalición) incorporan en su programa electoral el compromiso de plantear en el Congreso de los Diputados tal cuestión y de trabajar hasta su consecución.

En primer lugar, existe una legitimación de orden histórico que bien podría hacerse valer. En el referéndum de 1986, sobre la permanencia o no del Estado español en la OTAN, en Canarias ganó el no. Los partidarios del no argumentaron siempre a favor de dotar al Archipiélago de un estatuto de neutralidad, y su campaña anti-OTAN se apoyó sobre esa exigencia. Esa legitimidad histórica debe sancionarse por la vía legal incorporando en el articulado del estatuto de autonomía y en la constitución española, la declaración formal del Archipiélago canario como territorio neutral según los términos del derecho internacional público.

La segunda razón tiene que ver con la situación política internacional y los desafíos que ella plantea. La globalización y todos los efectos que conlleva ha modificado la naturaleza de lo político. La política se ha convertido en geopolítica, entendiendo a ésta como todo lo relacionado con las rivalidades por el poder o la influencia sobre determinados territorios y sus poblaciones (Yves Lacoste dixit). Esto vale para los estados-nación, las grandes áreas integradas (UE), los territorios subestatales (Canarias), e incluso para los grupos no estatales que influencian, condicionan y actúan como sujetos de poder al margen de los estados, tales como las multinacionales o los grupos que practican el terrorismo internacional.

El escenario caliente de guerra está asociado al Magreb y al Oriente Medio, por la existencia allí de importantes bolsas de gas y petróleo. La tensión por el control de esos recursos no renovables crecerá en la medida en que se vayan agotando y no es aventurado señalar que, por sus importantes reservas, el área del golfo de guinea e islas adyacente se convertirán en zona privilegiada de los intereses de las petroleras euro-norteamericanas. De hecho existe ya una base militar norteamericana en Santo Tomé y Príncipe. Canarias va a estar sometida, directa o indirectamente, a las tensiones que produzca el enfrentamiento de las potencias con los grupos locales por el control de las riquezas naturales.

Ese complejo escenario de luchas encarnizadas que peligrosamente se acerca a nuestras costas siguiendo la línea que dibujan los pozos de petróleo, nos puede arrastrar a una indeseable centralidad en dichos teatros de operaciones. Una política responsable para Canarias debe de tener en cuenta esto y, sobre todo, evitarlo. La neutralidad es imprescindible.

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