Sí se puede reafirma su rechazo a la guerra, a la OTAN y a la militarización de Canarias

La organización ecosocialista ratifica su reclamación de un estatuto de neutralidad, paz y cooperación para Canarias en su IV Congreso

Sí se puede ha reafirmado su rechazo a la guerra y a la OTAN y su reclamación de un estatuto de neutralidad, paz y cooperación para Canarias con la aprobación de una resolución en este sentido en su IV Congreso. La organización ecosocialista ratificó expresamente, el pasado 19 de marzo, su posición respecto al papel internacional que defiende para las Islas y su desaprobación a la creciente militarización del Archipiélago. Impulsada por la idea de “queremos la paz, para el mundo y para nuestra tierra”, se comprometió a participar y apoyar “las movilizaciones del pueblo canario” en este sentido.

Sí se puede insiste en que “no queremos ver a Canarias involucrada en guerras y ya está embarcada en aventuras militares que no tienen que ver con nuestros intereses y nuestros objetivos como pueblo, a través de las maniobras periódicas que organizan la OTAN o el Estado español y Estados Unidos y a través de los contingentes militares supuestamente de paz, que ocultan una nueva realidad de colonialismo del siglo XXI, con los que el Estado español participa en conflictos abiertos en África. Rechazamos convertirnos en un portaaviones en el norte de África para la defensa de los intereses de potencias extranjeras contra nuestros pueblos vecinos. Por eso mantenemos en alto la bandera del estatuto de neutralidad que enarbolamos como alternativa a nuestro ingreso en la OTAN”, dice en el documento aprobado en su IV Congreso.

La aprobación de la resolución también compromete al partido asambleario a participar en la creación de “espacios de trabajo colaborativo entre organizaciones políticas y sociales y personas expertas en derecho internacional para trabajar una propuesta en la que se concreten los pasos para alcanzar cuanto antes fórmulas que permitan anclar en el sistema jurídico internacional el reconocimiento y el desarrollo de la vocación pacífica del pueblo canario y que sitúe al Archipiélago en un lugar destacado en la construcción de relaciones entre los pueblos basadas en el respeto, la solidaridad y el diálogo, de forma que se erradiquen los intereses económicos que impulsan las guerras y el uso de políticas bélicas para el expolio de las riquezas de países militarmente más débiles”.

Asimismo, Sí se puede acordó en su congreso “trabajar con la ciudadanía y sus movimientos sociales y a través de nuestra representación en las instituciones en el impulso de un Estatuto de Territorio de Paz y Cooperación para Canarias como vía para resituar el papel geoestratégico del Archipiélago en correspondencia con el mandato popular emitido en el referéndum sobre la OTAN en marzo de 1986, en el que el pueblo canario expresó claramente su opción por la paz” y para “transformar Canarias una plataforma oceánica de paz y cooperación, involucrada preferentemente con los países de África”.

El acuerdo del IV Congreso de Sí se puede, convocado bajo el lema Construimos soberanías, destacó la orientación pacifista del partido asambleario canario y la importancia de reconocer la existencia de todos los conflictos bélicos que sacuden el planeta, más allá de los que se dan en territorio europeo. Asimismo, manifiesta su rechazo a cualquier modalidad de conflicto bélico. El documento identifica estos procesos como “una cruda manifestación de barbarie y un fracaso de la política, la prolongación de los negocios más depredadores y de la política más arbitraria a través de sus fórmulas más despiadadas”.

La resolución hace un recorrido histórico por las distintas manifestaciones antimilitaristas y antibelicistas del pueblo canario, en las que Sí se puede se reconoce y de las que se siente heredera, desde los jóvenes desertores que emigraban para evitar ser reclutados en defensa de los dominios imperiales españoles hasta las movilizaciones contra el radar y la lanzadera de Malpaso, en El Hierro, la presencia de la Legión en Fuerteventura y la militarización y maniobras en Lanzarote y Fuerteventura, pasando por el no del pueblo canario a la OTAN en el referéndum de 1986 –una posición que considera “más que vigente”– y el movimiento de objetores de conciencia e insumisos.

 

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