Los vecinos de Santa Cruz deberíamos entonar el estribillo del célebre tango de Gardel frente a la playa de Valleseco como desagravio al trato que las instituciones públicas han dirigido al único tramo de litoral virgen del Santa Cruz urbano.
El manual del que llega al Gobierno, arrasando en las urnas por mayoría absoluta, sin ni siquiera declarar las intenciones de lo que piensa hacer, contiene unas instrucciones claras.
Son ya décadas en las que la ciudadanía canaria se ve atrapada en una especie de círculo/circo político formado por el PP, CC y el PSOE.
Decía Platón que "No hay un solo rey que no descienda de un esclavo, ni un esclavo que no haya tenido reyes en su familia". Esto en tiempos de ahora vendría a ser que no hay un solo político que no descienda de la clase trabajadora, ni un trabajador que no haya tenido un político en su familia.
No es cosa de ahora. Los partidos políticos tradicionales hace tiempo que devinieron en partidos-empresas.
La candidata de CC al Congreso de los Diputados por la provincia de Santa Cruz de Tenerife –Ana Oramas- defendía hace unos días la necesidad de financiar con fondos públicos un proceso de reconversión de las zonas turísticas canarias.
Con mucha frecuencia, en la vida, en la filosofía y en la política, ocurre lo que en las matemáticas. Es decir, la resolución de un problema, depende en gran medida de la forma en que este se plantee.
En la historia de la izquierda alternativa en Canarias, la reclamación de un estatuto de neutralidad ha sido una idea fuerza durante muchas décadas. Sigue siendo una demanda pertinente y cargada de sentido.
Es preciso vircular el suspicaco ambiental del concepto garbulino. Así comenzó su intervención, me parece que en un teólogo -cuyo nombre y demás circunstancias de manera imperdonable he olvidado- en un seminario sobre los mundos celestiales.
La democracia nació en el Siglo V a.C. en Grecia. En las ciudades estado como Atenas, existía lo que se conoce como democracia directa, esto es, a los ciudadanos se les reconocía el derecho a participar en debates públicos y a decidir sobre cuestiones que afectaban a la ciudad.