El futuro de San Andrés. Pedro Fernández Arcila

Las dos primeras actuaciones (la urbanización del Valle de Las Huertas y el puerto deportivo) supondrán un impacto social de tal calibre que, de llevarse a cabo, se pondrá en riesgo la pervivencia del propio pueblo de San Andrés. Para que pueda percibirse el calibre de la propuesta municipal debemos recordar que, si en la actualidad San Andrés cuenta con 3.100 almas, la urbanización del Valle de Las Huertas incrementará la población en 5.000 mil nuevos habitantes, es decir, la población, en muy poco tiempo, pasaría, sin contar las quinientas plazas hoteleras, a más de 8.000 habitantes. Con estos datos no sería exagerado afirmar que llegará un momento que los vecinos de San Andrés pasarán a ser extraños en su propio pueblo. Si a esto le añadimos el proyecto de uno de los mayores puertos deportivos de Canarias, los vecinos del pueblo pesquero, que tienen en sus genes el uso libre de su litoral, tendrán que acostumbrarse a verlo ahora privatizado con puertas metálicas y pantalanes para los socios del club.

En toda esta serie de despropósitos urbanísticos, el mamotreto representa la guinda. Elevado sobre la cota natural del terreno, le cierra completamente la vista que San Andrés tenía de la playa de Las Teresitas, o la playa de Traslarena como todavía se oye entre los viejos del lugar.

Todas estas propuestas está en la mesa de los despachos de quienes nos gobiernan y cuando se le preguntan por ellas, divagan como cotorras y nos “bacilan” con promesas vacilantes. Pareciera que un maleficio le cayó a este pueblo pesquero donde la apetencia urbanística y la docilidad de quienes gobiernan amenaza con quitarle su litoral, su paisaje y su identidad. Parafraseando a José Rivero Vivas, el genial escritor de San Andrés, sólo espero que este “hilván insinuativo” ayude a despertar la memoria colectiva de este pueblo de la que siempre hizo gala.

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