Escocia, Cataluña y Canarias. Juanjo Triana
Si a la gente se le reconoce el derecho a la autodeterminación, es posible que lo ejerzan votando que por ahora la independencia no les interesa. Es lo que ocurrió en Escocia con el referéndum del pasado 18 de septiembre: Escocia es un país con una marcada identidad nacional, que fue reino independiente hasta el siglo XVIII, con un pasado glorioso, pero donde los intereses comunes que comparte con Inglaterra y Gales pesaron más en el ánimo del electorado, que se pronunció por el NO con una mayoría del 55,3%. Cosas de los británicos, gente pragmática amiga del diálogo que acostumbra a gobernarse con el máximo consenso posible.
Es posible que si en España se hicieran las cosas civilizadamente, si el derecho a la autodeterminación estuviera reconocido, si los catalanes pudieran decidir libremente lo que más les interesa, en un referéndum para la independencia de Cataluña saliera también como resultado un NO. En cambio si una casta en decadencia, heredera directa de los de “España es una unidad de destino en lo universal”, actúa a la española, es decir por sus santos ovarios y porque “estos son mis poderes”, es probable que el conflicto se convierta en una lucha por la dignidad que acabe, tras un proceso largo y traumático, con la independencia de Cataluña.
Cataluña padece también su propia casta (no hace falta recordar ahora a la familia Pujol) que ahora emplea a la senyera estelada para taparse sus vergüenzas, pero a la que el proceso se le ha ido de las manos. Ya no pueden pactar un apaño como solían porque una amplia movilización popular en favor de la independencia, hegemonizada por una izquierda consecuente, los ha sobrepasado.
Dentro de los límites más modestos de este archipiélago, un agravio tan gratuito, tan sangrante, con tanto tufo a colonia, como la autorización de prospecciones a la multinacional REPSOL en aguas canarias, por parte del mismo gobierno peperro que no autoriza prospecciones similares en Baleares porque el Mediterráneo es un mar cerrado, ha tenido como respuesta la posible convocatoria unilateral de otra consulta por parte del gobierno canario. En materia de soberanía energética el señor Rivero y su gobierno actúan como verdaderos cipayos, siendo cómplices de la introducción del gas natural y del boicot a las energías renovables, pero la prepotencia de los de siempre les da ahora la oportunidad de sacar pecho. Es responsabilidad de las fuerzas populares de Canarias que la respuesta a este agravio desborde también a nuestra casta local y se convierta en una marea ciudadana por un nuevo modelo energético, donde se ponga de manifiesto que la raíz del problema está en la falta de soberanía.