Impulsando iniciativas en Canarias para conservar las aves migratorias y sus áreas de descanso. Pablo Olabe
En Canarias, además de recibir muchos turistas, también recibimos cada año, la visita de muchas especies de aves migratorias, ya sea en su ruta migratoria habitual y también de especies que son divagantes, es decir, aquellas que nos visitan de forma accidental.
Las aves migratorias establecen unas áreas o cuarteles de cría en primavera-verano donde se reproducen y unas áreas de invernada donde pasan el invierno. A los desplazamientos que se producen entre ambas se les denomina movimientos o viajes migratorios. El movimiento realizado a final de invierno o principios de primavera entre el área de invernada y la de cría se denomina migración primaveral o prenupcial, mientras que al realizado a final del verano o principios del otoño se conoce como migración postnupcial u otoñal.
El archipiélago canario, debido a su situación geográfica se encuentra en el borde de una de las rutas de vuelo de aves migrantes más importantes del Paleártico occidental. Las islas e islotes orientales debido a su mayor cercanía con el continente africano, son las que reciben un mayor número de visitas de estas aves. Los movimientos migratorios se dividen en etapas que pueden durar varios días o incluso semanas.
Por ello, las aves deben parar a descansar y alimentarse en lugares adecuados. Estos enclaves, que pueden ser playas y zonas costeras intermareales, lagunas, charcas y embalses de riego, llanuras y barrancos, bosques, parques urbanos y campos de golf , etc son muy importantes para que el viaje llegue a buen término. Es importante destacar que no todas ellas continúan con su ruta migratoria hacía África, algunas se quedan a invernar en el archipiélago canario. Por otro lado, el archipiélago canario recibe anualmente la visita de aves migratorias divagantes o accidentales, especies de aves que habitualmente migran por rutas enclavadas en otras regiones y que principalmente, por la influencias de fenómenos meteorológicos adversos, se ven desplazadas de sus rutas habituales y aparecen en otra región, en este caso en las islas e islotes canarios.
Por una parte, cada año durante el periodo de tormentas y huracanes en el Caribe y Centroamerica, miles de aves de diferentes especies ven alteradas su largo viaje migratorio entre las frías tierras del norte de Canadá y las regiones más templadas del continente americano.Muchas de estas aves desorientadas provenientes del Neartico tras varios días de un agotador viaje sobre el océano Atlántico, alcanzan tierra en diferentes enclaves del Paleartico occidental, incluyendo nuestro archipiélago.
Por otro lado, tenemos las observaciones de aves divagantes que proceden del continente africano. Son aves subsaharianas y saharianas que mientras realizan movimientos relacionados con el clima en busca de agua o mejores condiciones de hábitat son atrapados por fuertes vientos del sur, este o sureste, que provocan las famosas calimas y que las desvían de sus rutas hasta llegar a las Islas Canarias.
Recientemente Canarias ha sufrido un episodio fortísimo de calima, durante los días 21,22 y 23 de febrero. Durante estos días una gran masa de polvo en suspensión proveniente del continente africano llegó a Canarias. Esta calima empujo a un buen número de especies de aves tanto europeas que estaban en su ruta migratoria habitual, como de especies de aves africanas en un número nunca visto antes. Fueron unos días intensísimos de observaciones, por parte de un nutrido grupo de ornitólogos aficionados en diversos enclaves de diferentes islas.
Estas observaciones quedaron reflejadas en un dossier en formato PDF llamado Dust and Birds in the Canary Islands Calima y Aves en las Islas Canarias, que es de libre descarga.
Para que en el futuro próximo, tanto nosotras como las siguientes generaciones podamos seguir disfrutando de la visita de esta diversidad de aves de otras latitudes, debemos hacer un esfuerzo mucho mayor para una conservación y protección adecuada de estos lugares de reposo.
Hoy en día, muchos de estos enclaves sufren una gran presión que se trasmite tanto a las aves residentes como a las migratorias que las ocupan. La antropización del medio natural, unido al cambio climático que está provocando un descenso de precipitaciones, con el consiguiente estrés hídrico de muchos enclaves húmedos utilizados por las aves migratorias, hace peligrar que muchos enclaves de las Islas Canarias sigan siendo lugares esenciales para que estas magnificas aves migratorias encuentren refugio, alimento, agua y descanso en sus larguísimas migraciones. Esto causaría una pérdida de biodiversidad irreparable, y una verdadera desgracia para la cada vez mayor masa ciudadana amante de la naturaleza.
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Pablo Olabe es naturalista y ornitólogo aficionado del sur de Tenerife. Es militante de Sí se puede en Arona.