Por qué apoyamos a Sí se puede. Adrián Alemán Bastarrica y 28 firmas más (*)
Una parte demasiado grande de la ciudadanía de las Islas se ha acostumbrado de manera sorprendente a este estado de cosas, con una resignación que conduce al desinterés por la política, como si eso fuera asunto de otras personas. De las otras.
Pero las cosas no son así. La política no tiene razón de ser sin la participación ciudadana: la gente de la calle es su destinataria y, por tanto, debe ser también su principal administradora. En estos momentos, a falta de unos pocos días para las elecciones autonómicas, insulares y municipales, la única propuesta que parte de esa base –la base ciudadana– es Alternativa Sí se puede. Por eso todas las personas firmantes de este artículo la apoyamos.
A diferencia de los partidos tradicionales, que parecen venir desde arriba dispuestos a solucionar nuestros problemas, Sí se puede es un movimiento que surge desde abajo: la organización viene sumando, desde hace años, a gente de aquí y de allá, profesionales, obreros, personas empleadas y desempleadas, intelectuales y gente de a pie, que han tomado una decisión: “Podemos resolver nuestros problemas y lo vamos a hacer”.
El Manifiesto de Sí se puede –su declaración de intenciones– lo dice a las claras: “El modelo de desarrollo destructivo, despilfarrador, profundamente injusto y de creciente desigualdad social está recibiendo el rechazo popular y la acción positiva para cambiarlo en profundidad. Vivimos tiempos en que la ciudadanía despliega energías creando espacios para expresar de manera rotunda y continua que desean un presente y un futuro distintos a los que imponen los grandes empresarios y sus gobernantes”.
Esas palabras resumen la esencia de este movimiento, nacido a la izquierda de la izquierda tradicional, como resultado de un proceso de confluencia de partidos, organizaciones sociales y ecologistas y muchas personas independientes. Y eso se nota en las formas de actuar de su gente afiliada y simpatizante, que trabaja denodadamente, día a día, barrio a barrio, en la defensa de los intereses legítimos de quienes no encuentran eco en sus actuales representantes públicos.
Lo hacen, además, de manera democrática, con una estructura organizativa que se aleja de las costumbres y usos partitocráticos: Sí se puede es asamblearia, sus decisiones, sus estrategias y sus acciones se llevan a cabo después de intensos debates que devuelven la ilusión por la política a quienes seguimos con interés esta nueva alternativa social y ciudadana. En ella, profesionales de todos los ámbitos aportan de manera altruista sus conocimientos y su experiencia para buscar soluciones a cuestiones de toda índole: desde el urbanismo hasta la defensa del medio ambiente, pasando por la cultura, la economía, la igualdad de género, la participación en la toma de decisiones y el fortalecimiento de nuestra identidad.
Sí, muchas personas estábamos cansadas. Pero nuestro cansancio está dando paso a un optimismo que viene justificado por la tremenda fuerza con la que el trabajo honesto de Sí se puede se extiende por barrios y pueblos de Tenerife, donde muchos sectores de la ciudadanía la consideran –porque así es– la única voz que ha llamado a sus puertas para escuchar sus inquietudes y ofrecer soluciones reales, posibles y justas. Una voz que, por cierto, no se limita a cursar la correspondiente visita de rigor de los periodos electorales: el trabajo de base que desarrollan sus militantes es permanente y riguroso.
Ha llegado la hora de hacer las cosas de otra manera y de poner las herramientas en otras manos: las de Pedro Fernández Arcila, candidato a la Alcaldía de Santa Cruz; las de Fernando Sabaté, candidato al Cabildo de Tenerife; las de Domingo Garí, número uno al Parlamento; las de Juan Miguel Mena, cabeza de lista en La Laguna; las de José Luis Fumero, candidato para Vilaflor… Estos son solo algunos nombres, pero detrás de ellos hay una multitud de personas anónimas que, como las abajo firmantes, están convencidas de que Sí se puede hacer política desde la honradez. Y se hará.
(*) Adrián Alemán Bastarrica, artista y profesor de la ULL; Carlos Schwartz Pérez, arquitecto y fotógrafo; Fabiola Socas Luis, música; Rogelio Botanz Parra, cantautor; Daniel Duque Díaz, escritor y periodista; José María Fernández-Palacios, catedrático de Ecología de la ULL; Isabel Medina Brito, escritora; Francisco Galante, catedrático de Historia del Arte de la ULL; Alberto de Armas Estévez, técnico gestor de territorio y medio ambiente; Ventura Alemán Gutiérrez, escultor; Fermín Higuera Álvarez, músico y poeta; Juan Sánchez García, profesor de Economía de la ULL; Ernesto Suárez Rodríguez, profesor titular de la ULL; Juan Pedro López Salvador, escultor; Tony Perdomo Molina, profesor de la ULL y miembro de la Red Canaria de Semillas; Maryse Privat, profesora de Filología de la ULL; Inmaculada González Pérez, profesora de la ULL; Concepción Riera Quintana, profesora de la Facultad de Educación de la ULL; Araceli Reymundo Izard, arquitecta bioclimática; Félix Hernández Hernández, arquitecto técnico; Antonio Hernández Morales, profesor de FP; Teresa Arozena Bonnet, fotógrafa; José Javier Hernández García, poeta; Luz Sosa Contreras, fotógrafa; Amparo Feo Brito, maestra y participante de comunidades cristianas de base; Héctor Guzmán Tejada, miembro activo de asociaciones de inmigrantes; Román Morales García, escritor de viajes; Yasmina Sánchez Martín, pedagoga y activista social; Candelaria Luis-Ravelo Hernández, formadora y terapeuta alternativa.