Vulnerables. María Vacas Sentís

Y esta vulnerabilidad se extiende durante toda su existencia; en la infancia, en la enfermedad, en la vejez, en situaciones de discapacidad o de carencia de recursos. Pero, pese a esta condición de vulnerabilidad inherente al ser humano, siguiendo la terminología de la filósofa Silvia L. Gil, vivimos en una sociedad capitalista que alienta el individualismo, la competitividad y la insolidaridad; inyectándonos de continuo en las venas la falacia de una deseable autosuficiencia vital, haciéndonos creer que son la ambición y el egoísmo los motores de los avances sociales, cuando en realidad lo son la cooperación, la bondad y las luchas colectivas.

La creciente imposibilidad de mantener una vida digna con un empleo que permita vivir y no solo sobrevivir; o la necesidad de gran parte de la población de apoyarse en unos exiguos servicios sociales, no son signos de fracaso o debilidad individual, sino el reflejo del sadismo de un sistema que arroja en la cuneta a millones de sus hijos, para que unos pocos privilegiados se alimenten de sus cadáveres.
Para transformar este sistema depredador que mercantiliza todos los aspectos de la existencia, es fundamental la identificación y desarme de su sustento ideológico, con su tupida red de mandamientos economicistas; situar en el centro al ser humano con derechos, por encima de su ensalzada faceta como consumidor, priorizando aquellas actividades destinadas a la sostenibilidad de la vida; tareas que tradicionalmente se han visto invisibilizadas del debate público por el menosprecio secular hacia las mujeres, encargadas habitualmente de su realización; y dar preeminencia a todos los recursos y políticas de apoyo y cuidado mutuo, entre ellas las que eviten el naufragio social, como la renta básica de ciudadanía.

El reconocimiento de nuestra vulnerabilidad, de nuestra necesidad del cuidado y la ayuda de los otros, es clave en la construcción de una sociedad más humana, donde la justicia social, el bienestar de las mayorías, y la solidaridad sean sus ejes vertebradores. Y este reconocimiento se hace urgente.

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