Wert y los 300. Paco Déniz

Alcaldes, curas, compinches del alcalde, delegaciones de gobierno y fuerzas de seguridad llevan más de una semana haciendo premoniciones de lo que va a pasar hoy sábado en Aguere. Ellos ya han decidido que habrá jaleos y disturbios, por lo que llevan tiempo diseñando itinerarios, cantidad de policías, francotiradores en las azoteas, secretas de gabardina leyendo el periódico por los barítimos de La Concepción, policías de incógnito en las alcantarillas y todas esas cosas. Claro, después de lo de Kennedy, la alerta es máxima. Ellos solitos, sin consultar con nadie, han decidido los titulares de la prensa del día después. En cambio, a nadie se le ha ocurrido facilitar una reunión del ministro con las personas afectadas por sus leyes educativas para exponerle sus razones y argumentos para que la escuela pública siga siendo una oportunidad de ser alguien el día de mañana. Al menos eso nos decían nuestros padres: “estudia para que seas alguien el día de mañana”. El alguien era indefinido, y el mañana, después del cuartel, pero resultaba convincente. Por eso teníamos que aprovechar la única oportunidad que teníamos: la escuela pública.

Y da coraje que nadie con responsabilidades en el diseño de la visita haya reparado en que los canarios somos amables genéticamente, como todos los pueblos que malviven del turismo. Fíjate si somos tan amables y pacíficos que sólo nos encochinamos en los bares por machangadas cuando nos sacan de quicio y tenemos algunas copas de más. Como la gente del Oeste. Pero así, en seco, a nadie se le ocurre montar un escándalo en plena calle. Faltaría más. La duda ofende a los laguneros. ¡Qué vergüenza! Por eso no se entiende que manden a La Laguna a Los 300 policías, porque esa gente suele estar alterada. Vienen a lo que vienen, te miran de forma seria y despreciable desde lo alto y detrás de sus escudos, con la mano en el mango de su porra, y claro, es una provocación. Después, si uno se encochina lo llaman alborotador. Las cosas no son así, son de otra manera.

 

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