‘La Laguna cuida’ desarrolla el primer estudio local de Canarias sobre la soledad no deseada y la realidad de las personas cuidadoras
El proyecto ha entrevistado a más de 800 personas y funcionará como catalizador local de las nuevas políticas y fondos europeos para cuidados Este plan de empleo ha contratado a 40 personas con titulación superior y en situación de desempleo
El plan de empleo La Laguna cuida ha culminado más de medio año de trabajo con el primer estudio municipal de Canarias sobre la soledad no deseada en las personas mayores, la realidad de las personas dependientes y sus familias y la situación de las cuidadoras y cuidadores informales de todos los distritos de la localidad. Un total de 40 personas desempleadas y con titulación superior han sido contratadas y formadas en el marco de este proyecto pionero, impulsado por las concejalías de Desarrollo Local y Bienestar Social y financiado por el Cabildo, una estrategia que permitirá al municipio estar en una posición adelantada para el acceso a los nuevos proyectos y fondos europeos en materia de políticas de cuidados, impulsar nuevas opciones de empleo en un sector en crecimiento y desarrollar una estrategia municipal en estos ámbitos
El salón de actos del Centro de Entidades de Voluntariado (CEVA) Anchieta ha acogido recientemente una reunión final, en la que se abordaron los resultados del proyecto y se valoraron propuestas de mejora y actividades a futuro. El trabajo ha supuesto más de 800 entrevistas individuales para conocer la situación y necesidades de personas mayores, cuidadoras y excuidadoras, un diagnóstico de la situación en todos los distritos y talleres de sensibilización sobre atención con los colectivos de mayores.
La Laguna cuida cumple una triple función: la promoción del empleo joven en el sector de los cuidados, cada vez más necesario y demandado; la mejora del bienestar de la comunidad, mediante el desarrollo de acciones que sitúan los cuidados en el centro de la intervención, y el conocimiento de los activos de salud y comunitarios que, desde el ámbito formal o el informal, construyen y sostienen las redes de cuidados de la población lagunera.
El concejal de Bienestar Social, Rubens Ascanio, explica que este “estudio piloto, que se lleva a cabo por primera vez en Canarias, nos permite conocer en detalle la realidad de la soledad no deseada en personas mayores y en cuidadoras de La Laguna, visibilizar esta problemática en la población y reconocer los componentes de la redes de apoyo que la abordan, todo con el objetivo final de elaborar una estrategia local para la integración de los cuidados en las políticas públicas del municipio, porque no solo hablamos de atender las necesidades actuales de la ciudadanía, sino también, de prepararnos para afrontar los nuevos retos del envejecimiento poblacional y el cambio de dinámica en la tarea de cuidados”.
De hecho, el informe señala que las mujeres son responsables de la mayoría de los cuidados a menores, personas enfermas y mayores de la familia, y todos los estudios nacionales indican que el modelo actual, que gravita sobre las mujeres, dejará de servir ante unas previsiones la demanda de cuidados crecerá un 50% hasta 2050. Entonces, las personas mayores necesitarán casi el doble de las atenciones, el 46% frente al 27,5% que las requieren ahora.
Ascanio añade que, “en La Laguna tenemos en torno a 3.000 personas detectadas con algún tipo de dependencia, unas 4.000 personas en situación de soledad no deseada y, evidentemente, poder contar con personal formado y cualificado gracias a este proyecto nos permitirá diagnosticar y atender mejor sus necesidades, pero también estar preparados para la nueva estrategia en materia de cuidados que se va a desarrollar en los próximos años en el Archipiélago”.
Este proyecto pionero quiere, además, dar respuesta al nuevo escenario de vulnerabilidad social provocado por la pandemia, que aún no había sido medido y valorado en profundidad, y que ha aumentado el número de personas aisladas y agravado la cotidianidad de aquellas que ya lo estaban. El envejecimiento poblacional, la sobrecarga del sistema sanitario por la atención a la cronicidad, el impacto negativo de género que puede tener una visión familiarista de los cuidados y la necesidad de crear dispositivos ágiles y flexibles que respondan verdaderamente a las necesidades de cada persona, son desafíos de calado estratégico.
“Desde el Área, vamos a seguir avanzando en nuestra estrategia de trabajo para abordar la soledad no deseada, impulsar las políticas de mayores y el apoyo a las personas dependientes, todo ello reforzado con proyectos vinculados a los fondos europeos y en los que esperamos que también parte de estas 40 personas, ahora formadas y con experiencia, tengan una salida laboral”, señala Rubens Ascanio.
Nuevos nichos de empleo
En este sentido, el concejal de Desarrollo Local y Juventud, José Juan Gavilán, destaca que “La Laguna cuida nos ha permitido proporcionar una experiencia laboral exitosa a jóvenes en situación de desempleo y a través de la cual han podido adquirir conocimientos teóricos y prácticos de especialización que aumenten las posibilidades de conseguir un empleo. Además, supone contar con los conocimientos sobre la realidad municipal para impulsar acciones realistas y dirigidas a reducir el desempleo, propiciando una especialización en un sector de los cuidados en crecimiento y dentro del nuevo paradigma europeo”.
“La Laguna ha iniciado un cambio en sus políticas de empleo promoviendo nuevos fines sociales y, teniendo en cuenta que somos una ciudad universitaria, ofreciendo oportunidades también a personas con cualificación superior y técnica para que puedan incorporarse al mercado laboral. Con los nuevos fondos comunitarios, se van a generar toda una serie de proyectos en los que equipos multidisciplinares como este, con perfiles técnicos y profesionales muy diversos, pueden ser un complemento muy importante para desarrollar acciones más eficientes”, señala Gavilán.
El equipo de trabajo de La Laguna cuida ha estado formado por 12 personas tituladas en Trabajo Social, 11 en Educación Social, 8 en Psicología, 6 en Dinamización Comunitaria, 1 socióloga y 2 administrativas. La iniciativa, financiado por el Cabildo de Tenerife con una aportación de 648.000 euros, ha tenido una duración de seis meses y, además de generar un “mapeo” de la realidad social, permitirá desarrollar una estrategia municipal de cuidados y contra la soledad no deseada a partir de los datos recabados en esta investigación.
El proyecto se ha desarrollado en cuatro fases, de formación, diagnóstico, sensibilización e identificación. En la acción diagnóstica, se han realizado entrevistas a 827 personas, en las que se incluyen mayores de 65 años que reciben atención domiciliaria y cuidadoras y excuidadoras familiares, todo ello para medir el grado de soledad no deseada en las esferas social y emocional, conocer las necesidades y demandas, e identificar el perfil de cada grupo de estudio.
Cuidadoras
El diagnóstico realizado en relación con las personas que ejercen actualmente o ejercieron cuidados en el pasado señala un colectivo fundamentalmente femenino, con una edad media de 51 a 60 años, nivel medio-bajo de estudios y con recursos económicos limitados a cubrir sus necesidades más básicas. Respecto a la Escala de Soledad, se detecta en un 64,95% de las cuidadoras y en el 58,76% de las excuidadoras, con una media moderada-alta, según la escala de Jong Gierveld.
Viven acompañadas y en el mismo domicilio de la persona a la que cuidan, que suelen ser los hijos; son personas que mayoritariamente no trabajan o han tenido que rechazar esta opción frente a la tarea de cuidados y dedican 24 horas al cuidado de la persona dependiente, aunque reconocen compartir el cuidado con otros familiares. Además, tienen afectación de todas sus actividades personales a raíz de la tarea de cuidar y no participan en actividades comunitarias. Esto les crea sentimientos de frustración e impotencia y el abandono del autocuidado.
Las personas cuidadoras reconocen no hablar ni compartir experiencias con otras iguales y señalan, como principales factores protectores, el acompañamiento, una buena red de soporte económico, más entidades dedicadas al tema de los cuidados y las ayudas en el domicilio. Asimismo, los factores de riesgo más nombrados son la poca agilidad en todo lo relacionado con trámites de ayudas de la Ley de Dependencia, la falta de apoyo familiar y la sobrecarga o tiempo inexistente para la persona que realiza los cuidados.
Personas mayores
En cuanto a las personas mayores entrevistadas en este estudio, que reciben ayuda a domicilio o tienen servicio de teleasistencia, resalta un perfil femenino de más de 80 años, mujeres que viven solas, con nivel de estudios muy bajo y con recursos económicos limitados a cubrir sus necesidades más básicas. Admiten un estado de salud física regular, tomar más de 7 medicamentos diarios y que no consultan su estado de salud emocional con ningún profesional.
Reconocen la falta de autonomía en actividades de la vida diaria que tienen que ver con la conducción, uso del transporte público, uso de herramientas digitales, compras y tareas del hogar, cocina o trámites para contratar servicios y arreglos del domicilio, por lo que reciben cuidados diarios por parte de sus familiares. Señalan la afectación de hábitos personales, como la reducción del ocio y aficiones personales, la variación en el peso y la menor práctica deportiva.
Respecto a la Escala de Soledad, se detecta en un 71,52% de personas encuestadas, con altos porcentajes en todas las zonas de residencia y una media moderada-alta de impacto. El rango de edad donde se percibe más es entre los 66-70 años y no existe relación aparente entre nivel de estudios y soledad. Como factores protectores más señalados en esta muestra, destacan la compañía y las oportunidades para socializar, mientras que los factores de riesgo más nombrados son las barreras físicas y la carencia de ayudas/recursos.
Sensibilización con las asociaciones
En una época marcada por las restricciones asociadas al control de la pandemia, un total de 26 asociaciones de mayores del municipio han querido participar en la fase de Sensibilización, cuyo objetivo fue incentivar y motivar la implicación de los colectivos en el desarrollo de acciones y respuestas al fenómeno de la soledad no deseada en su territorio, además de abrir una puerta a la experiencia vivida por cada participante.
El estudio destaca la alta participación y el interés generado por los talleres, con numerosas aportaciones individuales y peticiones para que se pongan en marcha dinámicas participativas sobre diversos temas de índole social.
En la fase de identificación de activos de salud, se ha logrado reconocer recursos comunitarios y recopilar los datos más relevantes de información y contactos, que servirán para la construcción de una red de apoyo que, conjuntamente con otras estrategias, permita paliar la soledad no deseada en el municipio.
El riesgo de la soledad
La soledad no deseada, entendida como el deseo frustrado de vincularse de manera estable y satisfactoria con otras personas, constituye un factor de riesgo para la salud y una de las causas de la aparición de discapacidad, de situaciones de dependencia y de disminución de la calidad de vida. La alta incidencia que se percibe de la soledad sentida la convierte en un fenómeno de gran relevancia y que requiere atención e intervención pública, ante las importantes implicaciones en que puede derivar de cara al futuro de la población.
Crecimiento de la demanda de cuidados
Según el estudio El trabajo remunerado en la economía global, dirigido por la catedrática de sociología económica y profesora del CSIC, María Ángeles Durán, con el apoyo de la Fundación BBVA, la demanda de cuidados en todo el país crecerá un 50% hasta 2050 y casi la mitad será por parte de personas mayores (el 46% frente al 27,5% que requieren ahora). Además, cuantifica que el trabajo no remunerado en esta materia equivaldría al 53% del PIB.
Por otro lado, se calcula que, por cada millón de euros que se invierte en dependencia, se generan 37 empleos directos y estables. En la actualidad, se estima que 540.000 personas trabajan en el sector de la dependencia en el país, un nicho de empleo al que la demografía obligará a expandirse. Asimismo, en Canarias hay 30.000 personas con algún grado de dependencia que necesitan algún tipo de intensidad de servicio.